Auf Spanisch verfasster Beitrag für die Publikation „Home“ der Galerie ABA Art Contemporani in Palma de Mallorca
Lo normal es que quieras salir de lo que te protege y en consecuencia te limita y te aburre. Lo normal es que te rías cuando todo sigue igual en el campamento base, y lo normal es que llores cuando todo ha cambiado. El entorno familiar – una casa, un barrio, un pueblo, un paisaje, un idioma, una forma de vestirse, de comportarse, de comunicarse – que es el campamento base de las emociones, ya no es longevo, su caducidad está tomando el camino opuesto al de los alimentos modernos y paralelo al de los objetos útiles modernos: es cada vez más breve. Quedan trozos, fragmentos, residuos, como restos arqueológicos que no hacen más que profundizar la percepción de pérdida. Hablamos entonces de lo que fue y por ende perdimos, porque el campamento base de las emociones nunca existe en el presente, siempre en el recuerdo. Cuando lo vives no te das cuenta, o no lo suficiente. Porque el principio de la asimetría hedónica dicta que la felicidad es esto: no ser consciente de ella. Todos queremos salir del campamento base, ya sea por una hora, ya sea por una vida, pero hoy no importa el cuánto tiempo. Vives tu aventura y quieres volver al campamento base, y compruebas que se ha vendido y transformado en un centro comercial. Del otro lado de nuestro espectro de comportamientos en una modernidad que nos arrolla igual como nosotros arrollamos con ella está el fanático, desesperado afán de conservar, convirtiendo trozos del campamento base, de este paisaje físico que representa un paisaje emocional, en una especie de disneylandia o de reserva vallada para nutrir sentimientos de otros tiempos. Prohibido tocar. Tantos centros y monumentos históricos puestos en cuarentena para compensar mundos enteros arrollados por nuestro afán de salir de nosotros mismos. Me resisto a usar la palabra hogar. Ya no existe o es un concepto diferente. Y si existe y resiste a pesar de todo, entonces lo hace como anacronismo, como burbuja de jabón. Frágil, de vida corta, esperando la puesta en el mercado, el desguace, la sustitución por algo nuevo. Hemos creado un mundo diferente. Debajo de su superficie crecen ansiedades y anhelos por cosas que ya no están. Hoy el Dios de turno se llama cambio, esta palabra positivizada hasta la saciedad. Un Dios que únicamente tolera el hogar portátil y auto-actualizable, y la moda retro como respuesta superficial a un sentir profundo.
Home, 2010